domingo, 25 de agosto de 2013

El río

Dedicado a todos los pescadores de agua dulce de la España interior, como mi padre q.e.p.d.

Rio Ucero
Río Ucero cerca de el Burgo de Osma, año 1998


“…a la margen del Henares, en la Alcarria, vive una chica y me está esperando allí (…) (Los Hermanos Cubero) 

“….Nuestras vidas son los ríos /que van a dar en el mar / que es el morir (…) (Jorge Manrique)

“….Flow river flow /Past the shaded tree/Go river, go/Go to the sea (…) (Roger McGuinn, Ballad of Easy Rider)


Tengo pendiente escribir esa novela que dedicaré a mis padres y a nuestras andanzas por las riberas de esos ríos de Dios. Pero en tanto llega, sirva esta sencilla entrada de prefacio.

Muchos españoles del interior no conocimos el mar hasta cierta edad. Como muy bien se refleja en la serie de TV “Cuéntame”, nuestra diversión acuática, amén de las piscinas sindicales, eran los ríos y en menor medida los embalses.

Nuestros ríos no eran los grandes, caudalosos ríos de Europa, navegables, majestuosos.
 
Los nuestros eran humildes “aprendices de río” como el Henares, el Manzanares, el Jarama o el Eresma. Salvo el Tajo, que viví en Aranjuez, y el padre Duero, que visité esporádicamente, MIS ríos eran como ya he dicho, humildes. O, como prefiero decir, a escala humana. Rios, riachuelos y arroyos, en alguno de los cuales aún se podían pescar cangrejos de río a principios de la década de los 70. Manantiales de aguas cristalinas de Fontanar, donde recoger el berro. Henares tan cercano a mi corazón. Jarama de Mejorada y sus tomates. Eresma de los Huertos y la infancia profunda, olor a adobe y a trigal. Manzanares entre el Pardo y Mingorrubio, Manzanares con olor a cuadra y redoble militar. O Manzanares del Puente de los Franceses, merenderos y a jugar a la rana.

Todos han formado parte de mi. De baños, de pesca, de vida. 

Los ríos, al fin y al cabo, son más cercanos al hombre, son la metáfora perfecta de la vida desde los versos de Jorge Manrique.

Por eso me duele que las generaciones posteriores hayan dado la espalda a sus ríos. Para ellos sólo existe el mar, el enorme mar, y sus costas. El río para mí va unido a la vida, y a mi vida. Los tiempos cambian, alguno me dirá, y no hay vuelta atrás. Quizá por este motivo haya tan pocos castellanos preocupados por la agonía y muerte de sus ríos, baste el trasvase del Tajo como ejemplo.

Nosotros no nos resignamos. Un puñado de personas. Algunos nos comprometimos a orillas del Ucero y del Júcar a luchar por nuestra tierra, nuestros campos, montes…y ríos.


2 comentarios:

  1. Fenomenal entrada, Vicente, enorme... incluso los arroyos tienen valor en esta tierra. Encima con buena música; guardo esta entrada en el ordenador, espero que para siempre. Un saludo de Manolo de Moratalaz.

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