viernes, 15 de noviembre de 2013

Basura de ciudad

Sinceramente, no sé de quién es la culpa del conflicto de la limpieza viaria de Madrid. En las calles se acumulan los desperdicios desde hace días, semanas. No deja de ser paradójico que nuestros gobernantes, locales y autonómicos, nos machaquen día y noche con la cantinela de lo modernos, europeos y cosmopolitas que somos, mientras que las calles transmiten un mensaje de suciedad y de tercermundismo poco acordes con la que iba a ser sede de los JJ Olímpicos. 

Como todo lo que tiene relación con los políticos que sufrimos, hay un divorcio entre el mensaje y la percepción que de la realidad tienen los “responsables” de nuestra cosa pública, y la realidad (y suciedad) de nuestras calles.

Ayer, hablando con unos amigos, parece que colegí que la raíz del problema estaba en los grandes recortes que iban a sufrir, en número de empleados y en salario, los trabajadores de la limpieza. Bien, desde mi modesta opinión, otra prueba más de que la privatización de servicios fundamentales o su concesión a empresas privadas no son la solución a los problemas de los ciudadanos, no son esa panacea universal con la que nos intentan embaucar.

Una vez dicho esto, me resulta muy difícil escribir estas líneas sin insultar al energúmeno o energúmenos, vándalo hijo de su madre, que ha realizado una pintada en la fachada de mi casa, justo debajo de mis ventanas, con dos palabras que me niego a reproducir: bueno, la primera es BOTELLA, la segunda prefiero omitirla por lo insultante y soez. No obstante, si el ayuntamiento no responde satisfactoriamente a la denuncia que vamos a poner, me reservo el derecho de difundir tan ofensiva imagen.

Resumiendo: basura en las calles, basura en las mentes de nuestro ayuntamiento, para el que la prioridad deberían ser los problemas de salud pública de sus ciudadanos, y mucha basura en las manos del cerdo o cerda que realizan actos vandálicos en las paredes de trabajadores o, en mi caso, desempleados de larga duración. Eso sí, no se les ocurriría hacer la pintadita de las narices en Cibeles o en el barrio residencial de la alcaldesa. Es mucho más cómodo fastidiar a una comunidad de vecinos que con gran esfuerzo acometió las obras de revoco y pintura de la fachada.

Basura de ciudad, basura de país. Y siempre pagamos los mismos los platos rotos. 

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