Tresas ha cerrado. En la calle Andrés Mellado, 4, Madrid. Muy cerquita del metro de Argüelles.
Tresas era una cristalería, probablemente la mejor de todo Madrid. Sin exagerar. Artesanos del marco y la moldura. Una pequeña empresa que llegó a contar en sus mejores momentos con casi una veintena de empleados. Una empresa familiar que pasó de padre a hijo, y de hijo a nieto. Hasta 2011.
Inició su singladura en 1932 en la calle Altamirano en el barrio de Argüelles. Al poco se trasladó a la calle de Andrés Mellado.
Tresas era toda una institución en el barrio. Durante la guerra civil, se protegieron los escaparates con sacos terreros. Tresas decoró cientos, quizá miles de hogares madrileños y forasteros, con sus cuadros, sus espejos, sus cristales. Sus productos llegaron al Japón. Trabajó para la Casa Real española, y para muchas otras autoridades y celebridades. Era el Perico Chicote de la cristalería.
Entre mis recuerdos de infancia están sus talleres, oliendo a madera y a cola de carpintero. Y el pan de oro de sus molduras. Tresas formó parte de mi vida, pues en ella trabajó buena parte de mi familia. Tresas, un pequeño comercio pero grande, muy grande. Sobrevivió al caos de la República, a la guerra civil, a la cruel posguerra, a la crisis del 73, a la del 78, a la transición... pero esta maldita última crisis se la ha llevado, enviando a la calle a sus trabajadores.
No hará falta que recuerde que la mayoría de los puestos de trabajo en España los crean las PYMES como Tresas. Los poderes públicos (entre ellos este ayuntamiento tan cosmopolita y "cool") sólo se acuerdan del pequeño comercio para freírlo a impuestos y molestarlo con normativas de todo tipo. ¿Qué más da que un pedazo de Historia de un barrio tenga que cerrar?
Esta ciudad cada día tiene menos personalidad, cada día que pasa pierde parte de su identidad. Pero eso parece no importarle a nadie.
Tresas ha cerrado. Y yo, yo ya no tengo 5 años.
Tresas era una cristalería, probablemente la mejor de todo Madrid. Sin exagerar. Artesanos del marco y la moldura. Una pequeña empresa que llegó a contar en sus mejores momentos con casi una veintena de empleados. Una empresa familiar que pasó de padre a hijo, y de hijo a nieto. Hasta 2011.
Inició su singladura en 1932 en la calle Altamirano en el barrio de Argüelles. Al poco se trasladó a la calle de Andrés Mellado.
Tresas era toda una institución en el barrio. Durante la guerra civil, se protegieron los escaparates con sacos terreros. Tresas decoró cientos, quizá miles de hogares madrileños y forasteros, con sus cuadros, sus espejos, sus cristales. Sus productos llegaron al Japón. Trabajó para la Casa Real española, y para muchas otras autoridades y celebridades. Era el Perico Chicote de la cristalería.
Entre mis recuerdos de infancia están sus talleres, oliendo a madera y a cola de carpintero. Y el pan de oro de sus molduras. Tresas formó parte de mi vida, pues en ella trabajó buena parte de mi familia. Tresas, un pequeño comercio pero grande, muy grande. Sobrevivió al caos de la República, a la guerra civil, a la cruel posguerra, a la crisis del 73, a la del 78, a la transición... pero esta maldita última crisis se la ha llevado, enviando a la calle a sus trabajadores.
No hará falta que recuerde que la mayoría de los puestos de trabajo en España los crean las PYMES como Tresas. Los poderes públicos (entre ellos este ayuntamiento tan cosmopolita y "cool") sólo se acuerdan del pequeño comercio para freírlo a impuestos y molestarlo con normativas de todo tipo. ¿Qué más da que un pedazo de Historia de un barrio tenga que cerrar?
Esta ciudad cada día tiene menos personalidad, cada día que pasa pierde parte de su identidad. Pero eso parece no importarle a nadie.
Tresas ha cerrado. Y yo, yo ya no tengo 5 años.
Todas las ciudades se empiezan a parecer, las franquicias obran el milagro. Después de pasear por la Calle Mayor de cualquier ciudad, grande, media o pequeña, puedes preguntarte sin rubor que en qué esquina del mundo estás, todas se parecen demasiado.
ResponderEliminarLas raíces, lo personal, lo propio está cediendo ante el impulso uniformador del capitalismo. ¡A protegerse, que llueven chuzos de punta!
me has conmovido
ResponderEliminarEs increible que pueda desaparecer un comercio de esta calidad, que todo lo que se le encargaba lo hacían con un cariño y una profesionalidad que ya no existe.
ResponderEliminarLos que deberían desaparecer del mapa es toda esta corruptela de politicos, sindicalistas, oportunistas, colaboradores, ciertos periodistas que están hundiendo nuestro país, mientras se llenan los bolsillos impunemente.