domingo, 6 de octubre de 2019

En ocasiones veo Thestrals










Hace 54 años y un dia diluviaba sobre Madrid. Hace 54 años y un día se producía de nuevo el milagro de la vida. Una vida más entre miles de millones, una vida insignificante, una mota de polvo cósmico y de polvo cómico. Una voluntad de ser, una consciencia. Años de fracasos y alegrías, de amor, sobre todo de amor. De encuentros y pérdidas, de pérdidas que asfixian más que el agua fría del Eresma.

Hace 54 años y un día existían el Otoño, los Beatles, la Teología y la decencia. Ahora existen un sucedáneo de octubre, una suerte de primaveroño, el reggaeton, el relativismo moral y el internet. Unas cosas por otras. Mi hermana no pudo estudiar. Ni pudo escribir en una nube virtual para que la leyesen a miles de kilómetros e incluso desconocidos. Sí, el mundo moderno también tiene sus cosas buenas, lo admito. Pero no se lo crean mucho.

El 5 de octubre era un día especial para un niño raro, soñador y sensible. Día de juegos, de coches en miniatura y tartas de la calle de Galileo.

El 5 de octubre era un día especial para un adolescente sociable y antisocial, triunfador y fracasado , amigo de sus amigos, enamorado del amor romántico , ese amor tan tan ficticio como Spock, Topo Gigio o la Visión y la bruja escarlata. Tardes de cervezas, bravas, futbolines y vinilos.

El 5 de octubre del siglo XXI, con nuevas amistades, gente bien, algunos que se han perdido por el túnel de la vida, y tartas de bizcocho y chocolate, nietas y herederas de aquellas de la casa de las tartas en la calle de Galileo.

El 5 del mes 10. Del mes 10 que para Roma era el mes octavo, el octubre sagrado, de Baco y de Artemisa. El mes octavo, múltiplo de cuatro. El 5 y el 4 han marcado mi vida. Viví en un 24, en un 16 y en un 8. Nací en un 5 de un 10 en un año terminado en 5 (y no, no estoy para rimas tontas) . Mi padre, mi madre, mi abuela, se fueron en múltiplos de cuatro o en cifras que sumando daban cuatro, en el cuarto mes y en el octavo mes. En una cuarta planta de un hospital, en una habitación 16. ¿Coincidencias, meras casualidades? Juegos del destino, de Dios, de los arcanos de Pitágoras o de mi mente enferma.

Cincos de octubre: al binomio familia y amigos se sumaron nuevos elementos en el siglo nuevo: esposa, felinos (que no llamo mascotas por ser mas bien una progenie imposible)

Los amigos han ido cambiando, “no siempre dulcemente” , la familia ha ido mermando y creciendo a la vez. Pero esa FAMILIA que me crió, educó y sobreprotegió, ha ido desapareciendo. Salvo mis hermanos.

Mi abuela, mi padre, mi madre. Antes o después me han dejado en este mundo moderno sin propósito , sin esperanza y sin valores eternos e inmutables. Lo que en mi infancia era justo y admirable ahora se sataniza, los héroes del ayer son tiranos a los que se escupe sobre la tumba y se les retiran medallas y calles.

Nos siguen engañando, “nos siguen pegando bajo”. He visto de cara a la muerte, he visto crecer el amor y las ilusiones otoñales en un Madrid sin otoño. En un Madrid eternamente soleado. Ya no temo al segador . En este año terminado en 9, esa suma de 5+4 que tanto obsesionaba a Lennon, otro Libra, cumplo 5 y 4, mis números. Y sigo sin saber cuál es mi propósito en la vida, en los pocos o muchos años que me queden. Que serán menos que los que cargo sobre los hombros. O si quiera si queden años. Si no acabe todo esta noche y la parca venga como un ladrón, sin avisar. No habrá más fiestas para mañana, y ya no espero la llamada de mi madre ni el Tomaso Magusta a escala. Le he pedido una señal al Señor y sólo he encontrado silencio. Te he llamado en la noche , he llorado sobre tus cenizas y no me has contestado.

Miro al cielo blanquecino y soleado sobre este Madrid del siglo XXI , en el que “ni las ratas pueden vivir” miro a este cielo de veroño, de infierno eterno, y no veo ni nubes sobre las que se construyó mi vida y mi sensibilidad. Sigo esperando un capitán, una señal, luchando por lo que creo ante la incomprensión de propios y extraños. Defraudando a muchos, dejando muertos en la carretera ,pero descubriendo nuevos horizontes. “Sólo tras muertos capitularemos” eso está muy bien, es muy épico y veraz. Aunque a veces el cielo blanquecino de chemtrails y estupidez no nos deje ver dónde está la verdad, el bien y lo inmutable. Quizá todo sea no sólo un sueño o una gran mentira, sino la broma de unos dioses locos y crueles.


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