miércoles, 27 de septiembre de 2023

De señales, presagios y Esperanza

 A mediados de agosto todos los años es el aniversario del fallecimiento de mi madre.




En estas y otras fechas destacadas suelo acercarme a orar o a meditar a un paraje muy especial para mi y para mis compañeros de los años dorados. Se trata del que llamábamos "el parque de la Virgen", ubicado a los pies del Hospital Clínico, entre este y el museo de América.

Allí solíamos ir la pandilla de la parroquia de santa Rita a celebrar el fin de curso, organizábamos algunos de nuestros picnics, reuniones y demás akelarres juveniles, entre alegres cánticos acompañados de guitarras españolas y zumo de cebada fermentado.

Pero no era un jardín más de Madrid. En su solar estuvo en tiempos un asilo  , el Asilo de Santa Cristina( Y en ese asilo estaba una imagen de Nuestra Señora , imagen que sobrevivió milagrosamente a la guerra (in)civil que asoló nuestro país entre 1936 a 1939 . (1)

Desde jóvenes nos sentimos fuertemente vinculados a ese paraje y a esa imagen. Que nos acompañó en momentos de felicidad y en momentos de duelo. 

Precisamente a pocos metros de allí, en el Hospital Clínico de san Carlos , exhalaron su último aliento tanto mi madre como mi padre. Y no muy lejos otros amigos y familiares, como recientemente mi muy añorado José Luis.

El caso es que hasta allí me acerqué una tarde a mediados del mes de agosto,  aprovechando que había quedado en el cercano bar Riaño con dos viejos amigos de aquellos dias de juventud. Hasta allí pues me llegué, a pensar, a sentir ,a llorar y  rezar por vivos y muertos

Cada vez creo menos en las casualidades y más en las señales. O quiero creer en ellas. Llevo meses preguntándome por el sentido de todo y pidiendo al Cielo una señal.


Pues bien, cuando abandoné el parquecillo camino de mi cita con los viejos camaradas alcé mis ojos hacia el edificio del Hospital. En concreto hacia el ala y el piso en el que tan solo unos veranos antes mi Madre había fallecido. 

Y alllí, a gran altura, sobrevolando los cielos, a muchos metros sobre el atico del Hospital, la vi.Un águila. Ignoro de qué especie, aunque no me imagino por las cercanías de la gran ciudad a uma gran rapaz ibérica como el águila imperial o el águila real. Posiblemente un águila ratonera desplazada desde la cercana casa de campo. 

¿Casualidad o señal ? Al final, como en Tolkien, cuando todo parece perdido llega el águila.

Como una señal sobrevuela el ala del hospital desde la que partiste, casa de dolor y muerte, hacia el Cielo.


Este verano las aves me han enviado señales contradictorias. La paloma que acudía a mi ventana, la urraca que apareció muerta en mi calle. Los buitres que sobrevolaban el valle del Arlanza cuando acudí este pasado fin de semana con mis compañeros de la Asociación Castilla hasta las venerable ruinas de san Pedro. 


Y el águila. Presagio desde los tiempos de Fernán González.  


No pierdas nunca la esperanza, el águila volverá a alzar el vuelo.






(1) VIRGEN BLANCA DE MONCLOA:

A espaldas del Hospital Clínico nos encontramos un templete con la imagen de la Virgen de la Inmaculada, conocida popularmente por la Virgen Blanca o Virgen del Asedio. Es el único resto que quedó del Asilo de Santa Cristina, desaparecido durante la funesta Guerra Civil al encontrarse en el terrible frente de Moncloa. La imagen se salvo de las bombas, milagrosamente, al ser protegida en trincheras, aunque su rostro quedo desfigurado por los impactos de balas y así continua.
El Asilo de Santa Cristina fue construido en 1906, por iniciativa del alcalde Alberto Aguilera, en cuya capilla fue enterrado. Tenia una capacidad de 1.261 plazas para niños y niñas de cinco a quince años y para “ancianos” de 55 en adelante. Desapareció durante la contienda en 1939, de aquí que también se denomine a la Virgen como la del Asedio.

El actual templete lo construyeron, pagaron y conservan los vecinos de la zona, el resto del parque de la Virgen Blanca se encuentra algo descuidado y es una pena, teniendo en cuenta su situación frente al Hospital Clínico, ya que podría ser un magnifico lugar para esperar consultas o para pasear los enfermos, familiares y trabajadores del centro, encomendandonos todos a quien, además de otras muchas cosas, es Salud de los Enfermos, Consoladora de los Afligidos y Auxilio de los Cristianos.
©José Luís CadenasX (modif.)



Mercenarios del Imperio

 

“El verdadero  soldado no lucha porque odia lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás”     -Chesterton.


Hay básicamente tres tipos de guerreros :

1) los que luchan y mueren por un ideal

2) los que luchan y mueren por defender a su familia y a los suyos

3) los que luchan y por dinero. Estos últimos valoran más su vida que la bandera que defienden.


En el ámbito laboral pasa algo similar. Está quien tiene su propia  empresa y se entrega a fondo a la misma. Está quien trabaja en una PYME y , como el esclavo doméstico del que hablaba Malcolm X, corre a avisar al amo "que se nos quema la casa, Amo" (1). Y hay quien siente a su empresa como una parte de sí mismo, aunque la empresa sea una transnacional sin alma. 

En Japón lo tienen muy claro. En una cultura para la que el trabajo es esencial la empresa llega a convertirse en una suerte de familia en no pocos casos. O al menos consiguen que así lo sientan los esclavos domésticos. 

En todo caso, la dinámica casi siempre es la misma: el trabajador se esfuerza en función de lo que se le valora o de lo que se le paga. En el Serengeti Laboral el trabajador es una presa cuya misión es  salvar el pellejo y escaquearse, mientras que el empresario/depredador intenta alimentarse de sus empleados, vía explotación. 

No debería ser así. Las empresas más inteligentes saben que un trabajador feliz es más productivo. Y que un trabajador motivado es más eficiente. La motivación y el reconocimiento pueden ser monetarios o tomar otras formas: beneficios, dietas, descuentos de empleado.  Casi todas estas  ventajas  por formar parte de una gran familia son regalos interesados. Como el descuento de empleado, que beneficia al empleado pero también repercute en la  propia empresa, en la que el trabajador adquiere sus bienes o servicios. 

En definitiva: no es lo mismo trabajar EN una empresa y sentirse parte de la compañía que trabajar PARA una empresa. Esto parece parece no importar a las cabezas pensantes (2) de algunas empresas, que externalizan determinados servicios que no por infravalorados y hasta despreciados son menos importantes para el crecimiento y mantenimiento de la empresa. 

La Atención al cliente, en manos de teleoperadores/gestores telefónicos es uno de esos ejemplos. Y lo he sufrido en mis carnes.

En fin, hay quien valora más la cantidad que la calidad. Lo vemos a diario en todos los ámbitos de la vida y de la política. A corto plazo seguramente mejore los beneficios, pero a la larga mi molesta opinión es que lleva a la pérdida de mercado. Quizá sea un mercado insignificante. Pero qué sé yo, que de economía solo sé lo que mis padres hacían, Y gracias a lo cual pudimos vivir y crecer varias generaciones de Hernández.

Yo no sé nada, Doctores tiene la Iglesia y estudios las grandes empresas. Solo sé que en su afán por abaratar costes algunos venden su alma al diablo. Ya se sabe que el demonio tienta a los bluesmen en las encrucijadas. Y también a los corbateros, aunque estos no tengan alma que vender. 

Así todo, si te tratan como un mercenario, trabaja como tal. Entrega tu mano de obra en la medida que  te paguen y/o valoren. La vida es muy larga. y quien hoy está arriba mañana puede caer. Basta de dejarte el pellejo por un empresario reconvertido en cliente para el que ya no eres ni siquiera un esclavo doméstico, sino un número externo a su organización, carne de auricular que se vende y se compra.  Arrieritos somos.

Pero todos los imperios caen, aunque tarden siglos y nosotros no lo veamos. También el Imperio de la Encrucijada . Larga muerte al Imperio. Y larga vida a la república bien intelcionada.



.

(1) Busquen el discurso de Malcolm X sobre el negro de casa y el negro de campo. En el que se recuerda que el esclavo "de casa" , que vivía  en la casa de los amos y realizaba labores de servicio doméstico ,sufría una suerte de síndrome de Estocolmo que le llevaba a defender a los amos frente al resto de esclavos,  a esos esclavos que trabajaban las plantaciones y vivían en condiciones de penuria.

(2) Más bien cabezas de chorlito capitalista 



Contribuyentes