Hace
54 años y un dia diluviaba sobre Madrid. Hace 54 años y un día se
producía de nuevo el milagro de la vida. Una vida más entre miles
de millones, una vida insignificante, una mota de polvo cósmico y de
polvo cómico. Una voluntad de ser, una consciencia. Años de
fracasos y alegrías, de amor, sobre todo de amor. De encuentros y
pérdidas, de pérdidas que asfixian más que el agua fría del
Eresma.
Hace
54 años y un día existían el Otoño, los Beatles, la Teología y
la decencia. Ahora existen un sucedáneo de octubre, una suerte de
primaveroño, el reggaeton, el relativismo moral y el internet. Unas
cosas por otras. Mi hermana no pudo estudiar. Ni pudo escribir en una
nube virtual para que la leyesen a miles de kilómetros e incluso
desconocidos. Sí, el mundo moderno también tiene sus cosas buenas,
lo admito. Pero no se lo crean mucho.
El 5
de octubre era un día especial para un niño raro, soñador y
sensible. Día de juegos, de coches en miniatura y tartas de la calle
de Galileo.
El 5
de octubre era un día especial para un adolescente sociable y
antisocial, triunfador y fracasado , amigo de sus amigos, enamorado
del amor romántico , ese amor tan tan ficticio como Spock, Topo
Gigio o la Visión y la bruja escarlata. Tardes de cervezas, bravas,
futbolines y vinilos.
El 5
de octubre del siglo XXI, con nuevas amistades, gente bien, algunos
que se han perdido por el túnel de la vida, y tartas de bizcocho y
chocolate, nietas y herederas de aquellas de la casa de las tartas en
la calle de Galileo.
El 5
del mes 10. Del mes 10 que para Roma era el mes octavo, el octubre
sagrado, de Baco y de Artemisa. El mes octavo, múltiplo de cuatro.
El 5 y el 4 han marcado mi vida. Viví en un 24, en un 16 y en un 8.
Nací en un 5 de un 10 en un año terminado en 5 (y no, no estoy para
rimas tontas) . Mi padre, mi madre, mi abuela, se fueron en
múltiplos de cuatro o en cifras que sumando daban cuatro, en el
cuarto mes y en el octavo mes. En una cuarta planta de un hospital,
en una habitación 16. ¿Coincidencias, meras casualidades? Juegos
del destino, de Dios, de los arcanos de Pitágoras o de mi mente
enferma.
Cincos
de octubre: al binomio familia y amigos se sumaron nuevos elementos
en el siglo nuevo: esposa, felinos (que no llamo mascotas por ser mas
bien una progenie imposible)
Los
amigos han ido cambiando, “no siempre dulcemente” , la familia ha
ido mermando y creciendo a la vez. Pero esa FAMILIA que me crió,
educó y sobreprotegió, ha ido desapareciendo. Salvo mis hermanos.
Mi
abuela, mi padre, mi madre. Antes o después me han dejado en este
mundo moderno sin propósito , sin esperanza y sin valores eternos e
inmutables. Lo que en mi infancia era justo y admirable ahora se
sataniza, los héroes del ayer son tiranos a los que se escupe sobre
la tumba y se les retiran medallas y calles.
Nos
siguen engañando, “nos siguen pegando bajo”. He visto de cara a
la muerte, he visto crecer el amor y las ilusiones otoñales en un
Madrid sin otoño. En un Madrid eternamente soleado. Ya no temo al
segador . En este año terminado en 9, esa suma de 5+4 que tanto
obsesionaba a Lennon, otro Libra, cumplo 5 y 4, mis números. Y sigo
sin saber cuál es mi propósito en la vida, en los pocos o muchos
años que me queden. Que serán menos que los que cargo sobre los
hombros. O si quiera si queden años. Si no acabe todo esta noche y
la parca venga como un ladrón, sin avisar. No habrá más fiestas
para mañana, y ya no espero la llamada de mi madre ni el Tomaso
Magusta a escala. Le he pedido una señal al Señor y sólo he
encontrado silencio. Te he llamado en la noche , he llorado sobre tus
cenizas y no me has contestado.
Miro
al cielo blanquecino y soleado sobre este Madrid del siglo XXI , en
el que “ni las ratas pueden vivir” miro a este cielo de veroño,
de infierno eterno, y no veo ni nubes sobre las que se construyó mi
vida y mi sensibilidad. Sigo esperando un capitán, una señal,
luchando por lo que creo ante la incomprensión de propios y
extraños. Defraudando a muchos, dejando muertos en la carretera
,pero descubriendo nuevos horizontes. “Sólo tras muertos
capitularemos” eso está muy bien, es muy épico y veraz. Aunque a
veces el cielo blanquecino de chemtrails y estupidez no nos deje ver
dónde está la verdad, el bien y lo inmutable. Quizá todo sea no
sólo un sueño o una gran mentira, sino la broma de unos dioses
locos y crueles.
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