martes, 10 de diciembre de 2019

De viento ,niebla y cumbres


El reloj de la suerte marca la profecía,
deseo angustia sangre y desamor
mi vida llena y mi alma vacía,
yo soy el público y el único actor

LAS OLAS ROMPEN EL CASTILLO DE ARENA,
LA CEREMONIA DE LA DESOLACION
SOY UN EXTRAÑO EN EL PARAISO,
SOY EL JUGUETE DE LA DESILUSION
ESTOY ARDIENDO Y SIENTO,
FRIO, FRIO
(…..) Manolo Tena: Frío. Alarma 1984


Un otoño de verdad, al fin. Tras años de sequía , de veroños, de cielos blanquecinos. Día de la Inmaculada de 2019. Salgo a la calle, a un día gris, un día nublado, un diciembre como los de antes. Como los de mi infancia, de neblina y frío. Sólo falta el olor a hollín.

Tras años de sol despiadado y estelas en el sucio cielo de la ciudad. Ha vuelto el otoño. Como aquella vigilia de la Inmaculada de 1983 , aquella mágica noche en que la niebla no dejaba ver más allá de unos pocos metros.

No se me malinterprete. Me gusta el sol ibérico como el que más: el sol suave de la primavera, ese sol exultante de vida tras la tormenta o el sol crepuscular de las apacibles tardes de verano en el valle del Henares. Incluso el sol victorioso en los campos de Castilla. En su momento, en su medida.

Cada cosa tiene su momento, un tiempo para nacer, un tiempo para morir ( Eclesiastés 3:1-15 ) un tiempo para el sol, otro para la lluvia. Siempre ha sido así en Madrid, en la meseta castellana de clima mediterráneo con matiz continental como me enseñaron en la Universidad y no continental como nos enseñaron en la E.G.B. (dioses, continental es Rusia, eso sí es frío invierno). A saber ahora cómo llamarán al clima del interior peninsular (quién sabe, multicultiurbanita bordeado de desértico rural).

Así que ha ocurrido lo que no creí que volviese a suceder: ha regresado el otoño, un otoño de verdad. Ha vuelto a casa por Adviento.

Quizá la excepción a la regla en esa teoría del calentamiento global. Tal vez la respuesta de la madre naturaleza a los designios de quienes quieren que todo cambie. Que todo cambie a peor, obviamente. Que todo suceda según sus dictados y su hoja de ruta. Pero quizá –Inshallah- sus objetivos no estén tan cercanos como creen. Tal vez vuelvan los otoños, los inviernos, las primaveras, la dignidad y las conciencias de un tiempo más auténtico, cuando aún éramos libres pero no lo sabíamos.

Tal vez los profetas del cambio climático se equivoquen. Quizá porque el clima es sólo una excusa, como han sabido ver gentes diversas ligadas al mundo natural (Frank Cuesta, Álex Lachhein... y estoy seguro que hasta el gran Félix si estuviese aquí). La Madre Tierra es una excusa y un disfraz. El ecologismo moderno, el veganismo talibán, el antitaurinismo moderno… con todo su noble y justo origen, son marionetas. Títeres de los mismos intereses globalistas que financian y fomentan el feminazismo, las 236.754 identidades sexuales o lo que a los que manejan el cotarro les interese que cope las televisiones, las aulas y las calles. Para saber quién manda en el mundo, como diría Voltaire, mira simplemente a quienes no se puede criticar. Constata la unanimidad de la opinión pública, observa como quien se mueve no sale en la foto. Cómo las ovejas negras son, somos, apartadas del rebaño.

Lo peor de todo este maniqueísmo postmoderno es que han recuperado lo que parecía superado en este país: el guerracivilismo, el “los nuestros” contra “los suyos”, las izquierdas contra las derechas, las mujeres contra los hombres (el varón, el enemigo, el culpable de todos los males; da igual que la mujer sea ministra y el varón un mecánico que a duras penas mantiene a su familia. El mecánico, español y heterosexual, es el culpable). Y en esas estamos. En la crispación de Greta Thurnberg, en el odio y la bilis arrojada por l@s manifestantes más radikales del 8-M. En el revanchismo de la izquierda postmoderna, sí, más preocupada de todas esas luchas que nos dividen que en el bienestar de los desfavorecidos. Pero también en la aquiescente pasividad de la derecha liberal, que no deja de ser el reverso de la misma moneda decadente y degenerada. Por no hablar de esa derechona de siempre, que ya no es devota de Frascuelo, sino de la selección, pero que sigue siendo indiferente a los sufrimientos del obrero (la obrera y le obrere). La pela es la pela, y lo demás, se la pela.

Y hablando del paripé ecoloqué: mientras millones de títeres bienintencionados sacan a pasear unas pancartas y consignas prefabricadas por el poder, por el verdadero poder. Por el poder que organiza esas cumbres y manifestaciones subvencionadas por las grandes empresas contaminantes que luego cargan contra el pobre Eufrasio por ir al sembrado con su cochecito diesel. Significativo que la Banca española haya salido en la foto de Greta y a manifestar su compromiso incondicional con la cumbre esa.

Mientras todo esto sucede y se movilizan las masas, SEO advierte que los vencejos están desapareciendo de nuestras ciudades. Peor aún: hasta los gorriones, los pájaros por excelencia del paisaje urbano, están, lenta e inexorablemente, desapareciendo. Y por ellos nadie se moviliza, sólo unos pocos. Como los irreductibles activistas de SEO:  https://seoactua.org/pagina/aves-de-barrio

Volverá a carcajearse el otoño. Volverá a reír la primavera (sic) “volverán las oscuras golondrinas”. Y quien sabe si las cigüeñas volverán por San Blas, tras hibernar, como siempre, en lejanas tierras.

VIDEO FRANK

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