sábado, 4 de agosto de 2012
Espartaco
Fui un esclavo feliz. Por mil euros al mes desempeñaba un trabajo por el que tendría que haber cobrado el doble, o más. Era la mano derecha del jefe. Estresado, pero contento. Como otro esclavo más, el dinero me daba acceso al “soma”de un Mundo Feliz. Un mundo de consumo, de salir los fines de semana, los veranos viajecito al extranjero, pagar la hipoteca y consumir.
El sueño del esclavo terminó tras dos años de pesadilla, conflictos laborales, mobbing, ingratitud y ansiedad. El sueño del esclavo feliz terminó entre ansiolíticos y el FOGASA.
Otros dos años pasaron. Años de libertad, de reencontrarse a uno mismo, de dejar de bajar la testuz, de decir “nunca más”. Dignidad y pobreza vinieron de la mano.
Algunos trabajos temporales pero en los que mantuve la cabeza bien alta.
Y después, siempre el paro.
Ahora soy un hombre libre y digno. Pero ni la libertad ni la dignidad van a pagarme la hipoteca o el pienso de los gatos.
Una cosa tengo clara. Voy a luchar. Y a vender muy cara mi piel. A mi no me van a desahuciar, a echar de una casa que llevo años pagando e invirtiendo en ella sin lucha.
Los que mandan creen que saben bien lo que hacen. Quieren sumirnos en la desesperación y el miedo. Piensan que un hombre desesperado no se va a rebelar.
Pero les puede salir el tiro por la culata. Entre los cientos de miles de familias echadas de su hogar por creer las mentiras de banqueros y políticos, entre los millones que hemos perdido el trabajo, alguien puede decir NO. Quien no tiene nada que perder, ya no tiene nada que temer,
Nuestro pueblo se ha vuelto cobarde y borrego. De Herren Volk ha pasado a rebaño de merinas. Mientras haya trabajo y dinero, el obrero puede relajarse y “pasar”. Pero si a ese trabajador le quitas el trabajo, su casa, su dignidad , puede que se arroje por la ventana o se vuelva un indigente entre cartones y bricks de don Simón. O puede que ante la desesperación, luche.
En las películas del Oeste ( a.k.a.“Western” ) había la figura del manso, del justo que vivía pacíficamente en su rancho y no se metía en líos. Hasta que le quemaban su rancho, mataban a u familia, y se convertía en un vengador sanguinario. Cuidadito con los mansos contrariados.
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ánimo, Vicente
ResponderEliminarQué razón llevas. Un día se nos van a hinchar las pelotas y los politicuchos de mierda, sus asesores, sus consejeros y amiguetes, los banqueros, sindicalistos, y demás parásitos que esquilman la nación van a flipar... Como el título d esa peli : Malditos bastardos!!!! Y tú ánimo, no dejes k esta morralla pueda contigo
ResponderEliminarMuchas gracias a ambos. ahí estamos, resistiendo. Por cierto, a ver si en breve empiezo a leer el "hijo del herrador". José Manuel está entusiasmado con la novela.
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