Estimados compañeros, reverendo padre, amigos todos:
Estamos por segundo año consecutivo en este lugar tan cargado de significado para todos nosotros. Pero esta breve alocución se pergeñó varios Km. al sur. Os cuento:
Tengo la suerte de vivir en un suburbio de Madrid en el que aún puede verse el cielo sobre nuestras cabezas. Y contemplando ese cielo me paré a meditar sobre lo que somos y por qué hacemos lo que hacemos.
Díome por pensar en la suerte que tenía de morar bajo ese cielo que pintó Velázquez, ese cielo tan madrileño, ese cielo tan castellano.
Pensé en los millones de castellanos que habitan la metrópolis madrileña, y los que sobreviven en la meseta, a ambos lados del Sistema central, en la costa cántabra o a orillas del Ebro. Muchos, la mayoría quizá, ya ni saben que son castellanos.
Pensé también en los compañeros de la Asociación que viven dispersos por la vasta extensión de las Castillas, desde Burgos y Valladolid hasta Cuenca y Guadalajara, desde Madrid y Toledo hasta más allá de nuestras fronteras.
Reparé en lo insignificantes que somos numéricamente, sólo un puñado de personas. No tenemos ni dinero ni apoyo institucional, ni programas en televisión.
Pero sí tenemos todo en contra, al norte, al sur, al este y al oeste; ni el poder central, ni el transnacional, ni esas taifas castellanas que llaman Comunidades Autónomas, NADIE, tenedlo bien presente, NADIE quiere que Castilla despierte.
Por eso, como decía nuestro Presidente, cada vez que hacemos ondear nuestras banderas lanzamos un mensaje de desafío.
De desafío rebelde, pero sobre todo de Amor. Ese amor a nuestra tierra que inspiró al rey Alfonso, al Cid y la Reina Isabel, a los Comuneros. Y cómo no, al conde Fernán González.
Permitidme, ya que estamos en lugar sagrado, leer un fragmento del Poema de Fernán González que refleja la visión legendaria de su misión ante Dios y ante los hombres:
“Cuando entendió que era de Castilla señor,
Alzó a Dios las manos e rogó al Criador;
Dijo: Señor, tu me ayuda, que so muy pecador,
Que yo saque a Castilla del antiguo dolor.
Dame, Señor, esfuerzo, seso e buen sentido,
Que yo tome venganza del pueblo descreido,
E cobren castellanos algo de lo perdido,
E te tengas por mí en algo por servido.
E Señor, luengo tiempo ha que viven mala vida,
Son mucho apremiados de la gente descreida;
Señor, rey de los reyes, haya la tu ayuda,
Que yo torne a Castilla a la buena medida”
Ojalá podamos volver a Castilla a la buena medida. Guiados por el amor a la tierra de nuestros antepasados que es nuestro motor, nuestro alimento. Nuestro bálsamo ante la incomprensión, la burla, el desprecio o el rechazo abierto.
Hoy, ante el sepulcro del buen Conde, renovemos nuestro compromiso con nuestra tierra. Porque Mientras uno de nosotros respire, Mientras uno de nosotros respire, Castilla seguirá viviendo. Como dijo el poeta :
“aunque quedemos un puño, hasta el fin combatirá. / si la suerte nos fallase el valor no ha de faltar”
QUE SAN MILLÁN NOS AYUDE EN ESTE EMPEÑO.
VIVA EL CONDE FERNÁN GONZÁLEZ, VIVA CASTILLA.
Genial
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