martes, 7 de octubre de 2025

¿Dónde se han ido los vaqueros?

"....Where is my John Wayne? /Where is my prairie song?

Where is my happy ending? /Where have all the cowboys gone?

Where is my Marlboro Man? /Where is his shiny gun?

Where is my lonely ranger? /Where have all the cowboys gone? (...)"

Where Have All the Cowboys Gone?

(Paula Cole) 

Pregunta Paula Cole en la letra de su más famosa canción dónde está su John Wayne, dónde han ido los vaqueros. 

Durante un tiempo pensé que la letra relejaba la nostalgia por un pasado idealizado en que los vaqueros (= el rol masculino en su máxima expresión ) encarnaban la figura del macho alfa protector, héroe de "Western" que a la vez era romántico y "pagaba las facturas" , mientras la mujer se ocupaba de las tareas domésticas. 

Esta añoranza parece ir unida a una creciente desilusión al percatarse de que el "vaquero" soñado parece haber desaparecido.

Luego pensé que no, que era una parodia, una reflexión crítica sobre las expectativas de género tradicionales.

Sea como fuere, vengo observando cómo de un tiempo a esta parte las relaciones entre géneros han llegado en no pocos casos a una frustración motivada por el desajuste entre los roles de género modernos y la resistencia mental al cambio. Un desajuste que va unido, por lo que escucho a algunos jóvenes, a un desconcierto y des-ubicación constantes. 

Intentaré explicarme desde mi perspectiva de varón heterosexual de otra época. Fuimos una generación de mujeres y hombres que queríamos dejar atrás el pasado de este país a todos los niveles tras años de transición y de "movida" en los que el feminismo luchaba por la igualdad y reclamaba un nuevo paradigma en las relaciones entre sexos opuestos. 

Entonces aún no se hablaba de ideología de género ni se pedía a los hombres que nos "deconstruyésemos". Los varones habíamos pasado una infancia marcada por ideas tales como "los hombres no lloran" que llevaron a que muchos heteros con una sensibilidad superior o características tradicionalmente asociadas a las mujeres fuésemos ridiculizados por nuestros compañeros o acusados de "mar*cas". Por este motivo siempre me consideré solidario con el colectivo gay. Pero esa es otra historia. 

A lo que voy es que algunos cambiamos sinceramente desde los años 80 de nuestra adolescencia y creímos firmemente en la igualdad de hombres y mujeres. Vislumbrábamos un futuro en el que ambos sexos o géneros viviríamos en condiciones de igualdad, ante la ley, ante el trabajo, en las labores domésticas (esas de las que no se nos había enseñado nada en la infancia porque eran "cosas de chicas") 

Tuvimos que adaptarnos, que reinventarnos. Pero a la vez se nos siguió pidiendo que fuésemos siendo los protectores, los fuertes, los duros del barrio. Los que iban a la guerra y realizaban las tareas más duras o desagradables. 

Muchos de los varones de mi generación no nos identificamos con ese macho ibérico, ese hombre/hombre que reivindicaba el Fary, pero tampoco con ese individuo castrado que quiere el actual supremacismo feminista. Algunos incluso abrazamos nuestras características femeninas desde nuestra heterosexualidad y trasgredimos tópicos (a mi personalmente no me gusta el fútbol, por ejemplo)

Entre Mario Vaquerizo  y Torrente hay un término medio. Aunque para las nuevas feministas radicales de nueva generación "misándrica" o para los rancios de toda la vida (herederos de los que nos hacían "bullying" en los años 70) solo se pueda ser "mariposón" o macho dominante. 

Curiosamente, o tristemente, el feminismo no ha logrado lo que muchos soñamos en los 80: hacernos  más "femeninos" a los hombres en el buen sentido de la palabra, adquiriendo algunas de las virtudes en las que las mujeres eran superiores.

En cambio, a mi molesto entender, ha conseguido que buena parte de las mujeres hayan adquirido los defectos más odiosos asociados a los hombres: falta de sensibilidad, ordinariez, agresividad....entre otros muchos. 

El remate de los tomates vendría en las décadas siguientes, en las que se nos culparía de todos los males de la humanidad, se nos podría acusar sin más pruebas que la palabra de una persona del otro género. Se presupondría que todos somos agresivos,  y en potencia maltratadores y violadores. En caso de separación matrimonial perderíamos nuestro hogar, la custodia de nuestros hijos, lo conseguido con el sudor de nuestras frentes.

Daba igual que fuésemos un hijo de perra machista (que los hay) o una persona que cree en la justicia y la igualdad. Conclusión: nos sentimos engañados y confusos. Víctimas de un "síndrome de campo de concentración"(1) en el que no se puede vencer. Hagas lo que hagas. Si actúas de una manera, se te ridiculiza por blando o "calzonazos", si de la otra eres un machista.

Y los jóvenes lo llevan peor aún para encontrar pareja. No pocas muchachas sueñan con ese John Wayne de hace décadas. O buscan un hombre guapo, fornido, seguro de sí mismo pero a la vez sensible, romántico, con dinero y "que corte a inglete". 

Si no quedan padres protectores es porque el postmodernismo les ha deconstruido. Ni madres cariñosas y acogedoras porque las han "empoderado". En los 80 y 90 fui firme defensor de la igualdad, y lo sigo siendo. Igualdad en derechos y en obligaciones, pero desde nuestras diferencias. También es cierto que yo desde bien niño no me identifiqué plenamente con el rol que nos tenían reservado a los varones, con todo el pack: duro, no pocas veces rudo, insensible, "los hombres no lloran", etc etc.

Con los años me he endurecido e ido adquiriendo cada vez más características negativas asociadas a mi sexo. Enhorabuena. Toda acción en exceso genera reacción, y ese intento sistemático de acabar con la masculinidad está consiguiendo el regreso del machismo entre no pocos jóvenes. De nuevo, "enhorabuena" (sarcasmo, para los de después de la LOGSE)  . 

Paula Cole preguntaba dónde está su John Wayne, dónde han ido los vaqueros. Seguramente se hayan ido con Maureen O'Hara o con June Allyson.


(1) "Síndrome del Campo de Concentración" expresión acuñada por un profesor mío en la Universidad ( o que se la escuchó a algún artista) por la que si haces algo, el guardián te pega. Y si haces lo contrario, también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Colaboradores