“¿de qué os reís, capullos? “ (I.M.C, marzo de 1986, Niza, France)
Mi corazón se encogió al conocer la noticia. Parece ser que en Febrero de 2013 fallecía, en circunstancias que aún desconozco, un viejo compañero de estudios en la Escuela de Magisterio y de farras diversas (discotecas “universitarias”, viaje de fin de carrera por el sur de Francia y parte de Italia)
Todo un personaje. La caprichosa `parca cierto es que no es la primera vez que me sorprende con su demoledor zarpazo. Tampoco es la primera vez que los dioses se llevan antes de tiempo a algún familiar o amigo. Pero hay algo en esta pérdida que me resulta particularmente desasosegante.
Los jóvenes mueren en accidentes o por enfermedades terribles y estadísticamente hablando, irrelevantes. Cuando alguien muere a partir de los 40 y muchos de infarto u otras causas , te das cuenta en toda su crudeza de que la vida son cuatro días. Y de que algunos ya estamos en el segundo (o el tercero).
Nacho, parafraseando a Reverte, quizá no fuese el más piadoso ni el más honesto. Ni siquiera el más valiente. Pero era un buen amigo.
En la Escuela de Formación del Profesorado de E.G.B. “Pablo Montesino” los varones constituíamos una minoría muy minoritaria, valga la rebuznancia, frente a las féminas. Eso contribuyó a que entre nosotros se forjase una extraña solidaridad y amistad basada , como todas las minorías que en el mundo han sido, en la defensa frente a la mayoría y el “hecho diferencial”. Pero también compartíamos una profunda camaradería, un sentido del humor bastante aguzado (que hacía que se nos considerase genios o gamberros, según) y un juvenil hambre de vivir propio de la adolescencia y la juventud.
Fueron muchas las tontadas que se nos ocurrieron en aquellos fecundos años: desde las bromas y gracietas que sorprendían, exasperaban o hacían sonreir a profesores y compañeras (como la bobada aquella de ir los 12 tíos de amarillo un día y sentarnos en el mismo banco, cual hinchada canarinha) hasta los sucesivos grupos que se nos iban ocurriendo como seña de identidad juvenil: aquel surrealista “Frente Gargamel” que intentaba emular a Gomaespuma o les Luthiers en los festivales de Navidad de la Escuela (aquella parodia de la Clave, con película incluída de los “Guobasters”, y los cafres disfrazados de cazafantasmas corriendo entre filas de butacas) a esos mods plasticazos llamados “Los Malos” (¿Vais de boda? –No, es que somos los mod, somos los mod, somoslos somoslos somos los mods)
Por no hablar de la risión del “Equipo A” versión cañí. Nacho era M.A., y el menda el loco Murdock. “cállate ya, loco”. Fiestas pro-viaje fin de curso, aventuras varias, algunas propias de película de Tony Leblanc (aquel SIMO ) , o el propio viaje fin de carrera. Cuando “Miss Clase” llevaba botines y la luna brillaba como nunca en el paseo marítimo de Niza. O cuando el mundo parecía hundirse bajo mis pies (por primera pero no última vez ) en las calles de Roma.
Un compañero y un personaje. Tras la diplomatura, seguimos caminos divergentes: algunos seguimos estudiando (en la Facultad de Geografía e Historia, por ejemplo), otros emprendieron rutas distintas. Durante años perdimos el contacto y lo volvíamos a encontrar (como cuando empezaste a dirigir un intercambiador de Madrid) . En los últimos años, sabíamos de ti, aunque poco, por el invento de las redes sociales. Hasta que, nuevamente, la vida es así, fuimos paulatinamente dejando de saber los unos de los otros. Hasta ayer. Al confirmar la noticia, no pude evitar las lágrimas. Como en la canción de los Beatles, lágrimas por el compañero perdido, por no habernos despedido, y también lágrimas por mí. Igual que cuando tus compañeros, amigos y sobrinos empiezan a ser padres te das cuenta de que, a pesar de todo, ya eres un adulto en caída libre hacia la vejez, la muerte de alguien de tu generación por causas aparentemente “naturales” te recuerda la cita en Samarra con la que a todos nos ha de llevar.
Nacho M.C, siempre te llevaremos en el recuerdo. Porque, como decía el poeta,
“…Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo(…) “
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo(…) “
Hasta siempre, amigo.
Increíble y verdadera descripción de lo que fue, pero que no desapareció...momentos fugaces en ráfagas certeras. El tiempo, ese amigo de la infancia y juventud que deja sus huellas en tus palabras...nada es para siempre. Gracias, Nacho, por viajar en mi tren unos años y ser una buena persona, y por ir en un fin de semana de locura a Andorra y traernos algún reloj que nos gustaba, por jugar al futbol sala, porque como bien dice Vicente eramos minoría, y casi ni podíamos hacer un equipo de 5 jugadores. Fuimos pocos pero valientes, Eulogio, Miguel Ángel, Nicolás, Nacho, Vicente, yo mismo. Fantasmas del pasado pero que están en nuestros corazones. Gracias Vicente por el escrito y descansa en paz donde estés, Nacho Macho.
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