Palaos es un pequeño archipiélago perdido en medio del Pacífico, en medio de la nada. O en medio de todo. Sus arrecifes coralinos albergan una de las mayores reservas de vida natural marina del planeta.
En el llamado "Serengeti del Pacífico" se creó la primera reserva natural de tiburones del mundo. Su ejemplo ha sido seguido por otros, como Maldivas.
Ellos han abierto el camino con su santuario de escualos. Y no por un ecologismo de postureo, al que tan acostumbrados estamos los occidentales. No. En ellos es algo orgánico, vital, es coherente con su modo de vivir y con su tradición.
Palaus es un pequeño país, con menos habitantes que Soria, que ya es decir. Una pequeña nación que durante eones ha vivido de la pesca, como buenos isleños sin apenas tierra ni más recursos naturales que un paisaje paradisíaco.
Hasta los años 80, la sobreexplotación pesquera estuvo apunto de acabar con este Edén de los mares del sur. Y el consumo de la sopa de aleta de tiburón estuvo apunto de exterminar a los tiburones de sus extensas aguas territoriales.
Y así fue hasta que los palauanos se dieron cuenta de que sin su mar, sin su delicado ecosistema marino, no habría futuro posible para sus islas. Sin sus tiburones, sin su labor reguladora de la cadena trófica como superdepredadores el ecosistema peligraría. La pesca , la subsistencia de su pequeño país- Y el presente y el futuro de la economía palauana, que hoy día pasa por el turismo. Un turismo no masivo, un turismo en busca de algo más que playas de fina arena y cocos. Un turismo en busca de una naturaleza virgen, y cómo no, de sus tiburones.
Y he aquí que el pequeño país ha propsperado con el conservacionismo por bandera.
Claro que no todo es idílico. Los pescadores furtivos, japoneses, filipinos...aprovechan que Palaus sólo tiene una patrullera que no da abasto.Pero a pesar de no contar con más Armada que una humilde patrullera, Palaos está decidido a defender su modo de vida, sus aguas territoriales de una extensión similar a Francia. Con una humilde patrullera. Desbordados por los furtivos, han lanzado un mensaje muy claro, quemando los barcos pesqueros invasores una vez desprovistos de combustible y materiales tóxicos.
Con un puñado de polícias y una patrullera. Con un par.
Lecciones hemos de aprender de estos micronesios. De cómo defienden sus aguas, sus corales, sus tiburones, barracudas, su pesca, su turismo, su pasado, presente y futuro.
Y pienso en nuestra pobre Castilla. Pobre porque si sus buitres, lobos y zorros. Si sus sabinares y encinas. Si su río Tajo, o sus comarcas despobladas y envejecidas, si todo lo que una vez fue grande y asombro del mundo fuese defendido siquiera por una mínima parte de su población e instituciones con una mínima parte del esfuerzo y tesón de esas islas del Pacífico...otro gallo nos cantaría
A veces creo que incluso los tiburones perdidos de Palaus les interesarían más a unos paisanos que han dado la espalda a la tierra de sus antepasados. Los mismos que lloran lágrimas acíbares por los mejillones gallegos matados por el alquitrán, los mismos que llorarían ante la destrucción del litoral levantino , los mismos indiferentes al expolio y al desastre ecológico del río más largo de la península.
En ocasiones querría tomar un avión e irme a una isla del Pacífico. Y allí olvidar a este pueblo ingrato que quizá merezca su extinción. Si no fuese por un puñado de jóvenes como los que se acercan a la Asociación Castilla....Quizá ellos sean la patrullera que inicie la salvación de nuestro santuario.
Inshallah
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